Había una vez un chaval que se ponía siempre los zapatos de su papá: Una noche, como estaba harto de que le usase los zapatos, el padre los deja conectados con la luz: a medianoche, el niño cae, y el padre, entonces, dice: - ¿Quien anda ahí? ¿Un ladrón?
Va a ver y el chaval estaba en el suelo. Había quedado encendido. Entonces el padre intentó girarle la cabeza pero no se apagó: intentó tirarle de las orejas pero n o se apagaba; intentó achatarle la nariz pero no se apagaba; intentó tirarle del pelo pero no se apagaba; intentó apretarle el ombligo pero no se apagaba; intentó quitarle los zapatos y al fín pudo lograrlo: se apagó.
Va a ver y el chaval estaba en el suelo. Había quedado encendido. Entonces el padre intentó girarle la cabeza pero no se apagó: intentó tirarle de las orejas pero n o se apagaba; intentó achatarle la nariz pero no se apagaba; intentó tirarle del pelo pero no se apagaba; intentó apretarle el ombligo pero no se apagaba; intentó quitarle los zapatos y al fín pudo lograrlo: se apagó.
Todos de niños/as nos hemos querido poner los zapatos de mamá y/o papá para saber que se siente y ponernos en el pellejo de otros. Es una lastima que solo les permitamos a los niños/as disfrazarse en carnaval, todos deberiamos tener un baúl lleno de disfrazes con el que los niños/as se divirtiesen cada tarde y fomentaran su imaginación.
muy buena enseñanza gracias 😎😉
ResponderEliminar